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El pavo llegó transferido

¡Buenos días!
El 2025 se va sin estridencias, mas no en silencio. Para Guatemala y Centroamérica ha sido un año de ajustes y resiliencia. Un realismo con datos que invitan a una lectura menos pesimista de lo habitual. El crecimiento regional se mantuvo moderado, sostenido más por la inercia del consumo y las remesas que por grandes apuestas estructurales. La inversión siguió moviéndose con cautela, a la espera de señales más claras.
Guatemala cierra el año con una economía estable, inflación contenida y un tipo de cambio firme, incluso desafiante para exportadores. El crédito aumentó de forma selectiva y el empleo formal avanzó más lento de lo deseable. Las remesas volvieron a ser el gran amortiguador social y macroeconómico, confirmando su doble papel: sostén del consumo y recordatorio incómodo de las carencias internas. La política fiscal mantuvo una prudencia casi defensiva, con espacio apenas aprovechado para una inversión pública de mayor impacto.
El conjunto de la región resistió mejor de lo esperado a un entorno global marcado por tasas todavía altas, menor liquidez y un comercio internacional menos generoso. El Salvador continuó navegando entre narrativas disruptivas. Honduras y Nicaragua avanzaron con frágiles progresiones. Costa Rica consolidó su ajuste macro. Panamá acusó el golpe de sus tensiones internas. República Dominicana volvió a sobresalir por su dinamismo.
Productividad, infraestructura, capital humano y confianza institucional siguen siendo conceptos conocidos de memoria, pero no terminados de aplicar.
República Empresa agradece su lectura, crítica e intercambio de ideas. En nombre de todo el equipo y el mío propio, les deseamos unas fiestas tranquilas y merecidas junto a familiares y amigos. Nos despedimos hasta la primera edición de 2026, el martes 6 de enero.
Felices fiestas y gracias por acompañarnos.

María José Aresti
El crecimiento llega por Western Union
497 palabras | 1 min de lectura

Guatemala cierra 2025 con incremento económico y estabilidad macro, pero con un dato que redefine la lectura del año: el principal impulso no vino de la producción interna. Las remesas alcanzaron niveles históricos y sostuvieron consumo, divisas y crédito, dejando una pregunta clave sobre la sostenibilidad del modelo de crecimiento.
Por qué importa. El país termina el año con una señal macroeconómica clara: el crecimiento se sostiene más por flujos externos que por capacidad productiva propia. Las divisas estabilizan consumo, tipo de cambio y crédito, pero exponen una economía que crece sin transformar su estructura.
Las remesas familiares alcanzan cerca del 20 % del PIB. Una proporción elevada que supera el peso de las exportaciones totales y nos coloca entre las economías más dependientes de estos flujos en la región.
Este ingreso externo compensa un déficit comercial persistente, donde las importaciones son más que las exportaciones, evitando presiones cambiarias y sosteniendo el poder de compra interno durante el año.
El crecimiento económico de 2025 está marcado por un mayor flujo de divisas que estimula consumo y demanda interna sin modificar la base productiva.
Datos clave. El cierre de año confirma la magnitud del fenómeno: récord tras récord en ingresos por remesas, con una economía que se expande apoyada en transferencias familiares más que en comercio exterior dinámico.
Al 4 de diciembre se habían recibido USD 23 549M en remesas, según el BANGUAT. Un crecimiento cercano al 19 % anual, superando en más de USD 3 000M el ingreso registrado el año anterior.
Más del 50–60 % de las remesas se destina a consumo corriente y una fracción relevante a construcción. Esto impulsa la actividad económica, pero con bajo impacto en inversión productiva y encadenamientos.
Aunque la expansión se desacelerará, “las remesas seguirán creciendo, pero a un ritmo menor”, señaló Sergio Recinos, expresidente de la Junta Monetaria y del BANGUAT.
Punto de fricción. El riesgo no es que las remesas existan ni que sigan aumentando, sino que se conviertan en sustituto silencioso de una agenda productiva pendiente.
Guatemala no enfrenta una dependencia extrema como Honduras o El Salvador. Con todo, el umbral del 20 % del PIB marca una señal de alerta temprana sobre el modelo.
Estas estabilizan la economía, pero no corrigen cuellos de botella en logística, infraestructura, educación técnica ni clima de inversión.
Para el economista Ricardo Axuan Estrada, “la preocupación está más en el comercio que en las remesas”. Una señal de que el reto es productivo, no financiero.
Ahora qué. El cierre de 2025 deja una conclusión clara: las remesas sostienen la economía, no la transforman. El desafío para 2026 no es frenar estos flujos, sino convertirlos en capacidad productiva.
Sin reformas que impulsen productividad, infraestructura y exportaciones, el crecimiento seguirá dependiendo de decisiones y expectativas fuera del país.
Un ingreso externo compra tiempo y estabilidad. No logra desarrollo sostenible ni mayor competitividad.
El crecimiento puede llegar por Western Union, pero el desarrollo solo llegará cuando la economía produzca más de lo que consume.
De cara a 2026, el mayor reto económico es… |
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La recuperación del mercado laboral en Latinoamérica y el Caribe está teniendo un impacto particularmente visible en el empleo femenino. Así lo muestra el Panorama Laboral 2025 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que documenta un comportamiento más dinámico de los indicadores de las mujeres durante la etapa pospandemia.
En el primer semestre de 2025, la tasa de participación laboral femenina se ubicó cerca del 53 %, mientras que la masculina alcanzó el 75. En términos de ocupación, las mujeres registraron una tasa de 49 %, frente a 71 en los hombres. Si bien los niveles siguen siendo distintos, la evolución reciente muestra que el ajuste favorable del mercado laboral ha beneficiado a la población femenina.
Entre el primer semestre de 2024 y el mismo periodo de 2025, la participación laboral se mantuvo estable para ambos sexos. La diferencia se observó en la ocupación: mientras la masculina no mostró variaciones relevantes, la femenina aumentó ligeramente, en menos de un punto porcentual. Este movimiento fue suficiente para que la tasa de desocupación femenina se redujera cerca de un punto, situándose en 7 %.
La OIT destaca que este mejor desempeño reciente se inscribe en una tendencia de mediano plazo. Desde 2022, las mujeres han mostrado una subida sostenida tanto en participación como en ocupación, acompañado de una reducción de la desocupación. En comparación con 2012, las tasas femeninas de participación y ocupación en 2025 son aproximadamente dos puntos porcentuales más altas, mientras que la desocupación es un punto inferior.
Este dinamismo también explica una parte relevante de la expansión del empleo regional. Del aumento de un punto porcentual en la tasa de ocupación promedio entre 2019 y 2025, 1.4 puntos corresponden al incremento del empleo femenino, frente a 0.7 puntos en el caso de los hombres. En términos agregados, la recuperación del empleo ha estado apoyada de manera creciente en la incorporación de mujeres al mercado laboral.
No obstante, el estudio subraya que los resultados laborales siguen fuertemente condicionados por el nivel educativo y estructura del empleo. En los grupos de menor escolaridad, la participación femenina es considerablemente más baja, mientras que incluso entre personas con estudios medios y altos persisten diferencias en las tasas de ocupación.
Esto sugiere que la mejora reciente responde más al ciclo económico y a la recomposición sectorial que a cambios profundos en la estructura del mercado de trabajo.
En materia de informalidad, la tasa femenina se ubicó en 46.3 % en el primer semestre de 2025. Sin embargo, entre las trabajadoras independientes, la informalidad alcanza niveles cercanos al 78 %, lo que confirma que una parte importante del empleo femenino sigue concentrándose en modalidades de menor estabilidad.
En conjunto, los datos muestran que la recuperación económica está impulsando el empleo femenino. El objetivo será sostener este dinamismo en un contexto de crecimiento moderado, con un mercado laboral que, aunque más activo, mantiene rasgos estructurales que condicionan calidad y tipo de inserción laboral.
Reynaldo Rodríguez y Miguel Rodríguez
Lo bueno y lo menos bueno: una misma moneda
En 2025, la economía guatemalteca ha vuelto a confirmar su capacidad de resistencia. Entre cifras que inspiran confianza y decisiones que ocasionan dudas, el año dejó un balance mixto: estabilidad y flujos externos robustos convivieron con debilidades persistentes en inversión pública, logística e infraestructura, esenciales para sostener el crecimiento.
El principal activo del año fue la estabilidad macroeconómica. Guatemala cerró con inflación contenida y un entorno monetario predecible, lo que permitió una reducción gradual de la tasa líder sin presionar los precios ni deteriorar expectativas.
Este marco favoreció el consumo, protegió el poder adquisitivo y reafirmó la reputación del país como una de las economías más estables de la región, incluso en un contexto internacional volátil.
A este entorno se sumó el empuje de las remesas familiares, que alcanzaron nuevos máximos históricos y siguieron actuando como un amortiguador social y económico. El flujo constante de dólares sostuvo el consumo interno, dinamizó sectores como comercio y servicios y ayudó a compensar la debilidad de la inversión pública.
Este vínculo con EE. UU. tuvo, también, una contracara menos visible. El acuerdo migratorio firmado a principios de año amplió las responsabilidades operativas del Estado. Esto introdujo presiones presupuestarias que, hasta el momento, no están en la agenda.
Asimismo, la inversión extranjera directa mostró señales positivas, con proyectos en manufactura, logística y servicios que mantuvieron el interés de capitales foráneos, aunque todavía lejos del potencial que podría atraerse con mejores condiciones estructurales.
La recaudación tributaria fue otro punto a favor. El incremento de los ingresos fiscales reflejó una economía activa y brindó mayor holgura al Estado. Sin embargo, este avance convivió con una de las principales sombras del año: un presupuesto creciente, pero sin una brújula clara de desarrollo. El alza del gasto se concentró en funcionamiento, mientras la inversión estratégica —infraestructura, logística, carreteras— siguió mostrando una ejecución limitada y fragmentada.
Esta orientación del gasto se deriva de la problemática legislativa. La inactividad del Congreso no solo se tradujo en incremento presupuestario, sino en marcos legales deficientes – como la Ley de Competencia y la Ley de CODEDES – que tendrán repercusiones sobre la productividad y las expectativas sobre la dirección del erario.
La deuda pública aumentó, con emisiones relevantes que provocaron cuestionamientos sobre su destino y efectividad. Más allá del nivel de endeudamiento, el problema radicó en la falta de una estrategia clara sobre cómo esos recursos contribuirían a elevar productividad, competitividad y crecimiento de largo plazo.
Las debilidades estructurales se hicieron más visibles en la logística. Puertos saturados, carreteras deterioradas y congestionamiento urbano elevaron costos para empresas y exportadores, restando eficiencia. Estos cuellos de botella, sumados a la falta de certeza jurídica en sectores estratégicos, limitaron el impacto positivo de la estabilidad macroeconómica. A ello se suma un presagio de las condiciones de Guatemala: los temblores son un gigante dormido. La fragilidad estructural del país se ve reflejada en los costos económicos que suponen la planificación urbana, cobertura y redes logísticas bajo escenarios de riesgo extremo.
A pesar de estas debilidades, el acuerdo para la modernización de Puerto Quetzal fue uno de los mayores aciertos. El Ejecutivo atacó uno de los problemas sistémicos de los precios y producción, especialmente dentro del reordenamiento de cadenas de valor por las luchas geopolíticas internacionales.
Así, 2025 ha dejado una lección pertinaz: Guatemala mantiene el equilibrio, pero sigue postergando las decisiones que convierten estabilidad en desarrollo. Se requiere pasar de la prudencia macroeconómica a una agenda clara de inversión, infraestructura y productividad que permita aprovechar —y no solo resistir— el ciclo económico.

Guatemala alcanzó su meta de visitantes antes de finalizar el año. De enero a noviembre, el país recibió más de 2.9M de personas interesadas en conocer destinos naturales, culturales y comunitarios.
El Ejecutivo informó que la Corporación del Desafío del Milenio seleccionó Guatemala para desarrollar un nuevo programa umbral para fomentar el crecimiento. La agencia estadounidense ha reconocido así el renovado enfoque del país hacia la modernización.
La Fundación del Español Urgente, promovida por la Real Academia Española y la Agencia EFE, ha escogido arancel como su palabra del año 2025.
