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Exportar sin perder el hilo


¡Buenos días!
Ha tenido lugar el conversatorio “Guatemala frente a las tarifas de EE. UU.: retos y oportunidades para el sector de vestuario y textiles”, organizado por Vestex.
El sector crea miles de empleos y atrae inversión. Es uno de los pilares de exportación. Junto a oportunidades, la principal gremial del sector, proyecta también riesgos latentes este año. La industria se enfrenta a un entorno global marcado por la incertidumbre en la política arancelaria de EE. UU., su principal mercado. Además, las tensiones comerciales internacionales pueden impactar la competitividad de la región.
A nivel doméstico, los desafíos incluyen la modernización de procesos, la capacitación de mano de obra y la urgente necesidad de mejorar la infraestructura logística.
El sector mantiene, con todo, una visión estratégica de crecimiento, diversificación de mercados y adaptación a las tendencias de sostenibilidad y trazabilidad exigidas por los consumidores globales.
El objetivo es consolidar a Guatemala como un proveedor confiable, ágil y de alta calidad en el mapa mundial del vestuario.
En esta ocasión les ofrecemos el análisis publicado en el boletín de República Política titulado: Ejecución presupuestaria: el espejismo del promedio. Esperamos que sea de su interés
Gracias por su suscripción y lectura.

Marcos Suárez Sipmann y Miguel Rodríguez
Textil ante la tormenta arancelaria
650 palabras | 3 mins de lectura

Recientes tensiones en el sector textil revelan que las tarifas impulsadas por la administración Trump han causado alteraciones en precios, estrategias y cadenas de suministro. La incertidumbre y la “nueva norma” arancelaria obligan a replantear modelos y alianzas regionales.
Por qué importa. Los aranceles a productos textiles y de confección han desencadenado un complejo ajuste entre marcas, productores y consumidores. La industria, acostumbrada a operar con márgenes mínimos, enfrenta el dilema de absorber costos o trasladarlos al mercado final.
Ed Gribbin, CEO de Gribbin Strategic LLC, advierte que “una tarifa es un impuesto al consumidor” y que absorberla erosiona la rentabilidad. Las empresas buscan mitigar efectos, pero sin eliminarlos por completo.
Mientras los productores reclaman que ya ofrecen precios competitivos, las marcas presionan para no elevarlos al público, provocando tensiones internas.
La postura de imponer tarifas y a la vez pedir que no se reflejen en precios es calificada como incoherente por los expertos, aumentando la incertidumbre.
En el radar. La industria enfrenta una “nueva normalidad” en la política comercial, con incertidumbre persistente y ajustes constantes a los modelos financieros. El reto es construir estrategias estables en un contexto volátil.
Linsey Jones, directora ejecutiva de la Americas Apparel Producers' Network (AAPN), señala que muchas marcas rehacen sus proyecciones hasta 15 veces por semana debido a cambios imprevistos. De manera similar a la disrupción vista durante la pandemia.
Las empresas con redes multinacionales y capacidad de mover producción ganarán resiliencia; las pequeñas marcas, sin infraestructura ni alianzas globales, serán las más golpeadas, apunta.
La clave, según Jones, será “bloquear el ruido” y avanzar con un plan definido, evitando decisiones reactivas ante cada fluctuación política o arancelaria.
Punto de fricción. La eliminación del “minimismo” —umbral que permitía importaciones libres de impuestos hasta cierto valor— marca un cambio estructural en el comercio regional. Aunque aplaudida por algunos, implica reacomodos logísticos y competitivos.
Jones afirma que el minimismo está latente y que, si bien algo similar podría resurgir, las reglas de juego han cambiado para todos los actores.
Para miembros de la AAPN el cambio nivela la competencia. No obstante, preocupa que surjan prácticas sustitutivas que causen nuevos desequilibrios.
La industria guatemalteca y regional ha demostrado capacidad de adaptación, trabajando con clientes y asociaciones para mantener la competitividad.
Lo indispensable. Carlos Arias, presidente de Vestex, describe un entorno internacional dominado por la variabilidad. Señala que la situación ha frenado proyectos de inversión y transformado los patrones de compra, obligando a replantear estrategias.
“El tema de la incertidumbre no está dejándonos todavía… lo que nos indica es buscar cómo aprovechar la crisis para replantearnos el futuro de la industria en el país”.
Arias destaca la necesidad de explorar nuevos destinos como México y Europa, aunque estos presentan desafíos ligados a acceso y competitividad. Guatemala debe enfocarse en ofrecer valor agregado, rapidez en la respuesta y calidad, antes que en competir únicamente por precio.
La infraestructura, en especial la portuaria y también la vial, está en mal estado. Esto ralentiza el comercio, sube costos y resta competitividad, añade. Asimismo, insiste en que el salario mínimo sea productivamente aceptable.
Lo que sigue. Guatemala podría capitalizar la coyuntura si logra mejorar infraestructura, facilitar negocios y fortalecer la cooperación público-privada. El potencial para relocalizar la producción es significativo.
Jones proyecta que de 10 a 20 % de la producción mundial debería estar en este lado del mundo, si se ejecutan reformas clave.
Ve como ventanas de oportunidad la digitalización gubernamental, el impulso de la Asociación para Centroamérica y plataformas como Think Huge e Investex. Todas ellas, señales positivas para la atracción de inversión.
El momento exige visión pragmática y coordinación regional para convertir la crisis en un motor de crecimiento sostenido.
Balance. Aunque persisten desafíos en infraestructura, trámites, estabilidad cambiaria y reformas laborales, las empresas del sector responden reinvirtiendo, modernizando y expandiendo operaciones. Esto evidencia que la industria mantiene un rumbo positivo hacia la competitividad y el crecimiento sostenible.
¿Cree que Guatemala seguirá dependiendo principalmente del mercado estadounidense para sus exportaciones textiles? |
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UNA INVITACIÓN DE QUINTA COLUMNA
Reflexión y drama en el escenario: 12 Hombres en Pugna

La productora Quinta Columna presenta 12 Hombres en Pugna, una obra que invita a reflexionar sobre la justicia, la responsabilidad moral y el poder de la duda razonable.
Qué destacar. En una sala cargada de tensión, doce jurados deben decidir el destino de un joven acusado de asesinato.
Al principio, la mayoría parece convencida de su culpabilidad, dispuestos a emitir un veredicto sin cuestionamientos.
Sin embargo, un solo jurado plantea una duda que cambia el curso de la discusión.
Datos. La obra se presentará todos los viernes a las 20:30 horas y sábados a las 20:00, durante todo agosto, en las instalaciones del Teatro Dick Smith.
Recuerde llegar con tiempo, porque después de 15 minutos de iniciada la función, ya no se permite el ingreso.
Para adquirir su entrada, ingrese aquí.
María José Aresti
La deuda viaja sin brújula
534 palabras | 2 mins de lectura

La reciente colocación internacional de GTQ 11 500M en Bonos del Tesoro por parte del MINFIN despertó un debate. Con liquidez récord, baja ejecución presupuestaria y sin proyectos claramente identificados, el riesgo —según analistas— es comprometer recursos de futuras generaciones sin producir beneficios tangibles hoy.
Por qué importa. Sigfrido Lee, director de la Unidad Económica de CACIF, explica que el principal problema es que el país tenía suficientes recursos en caja. Esto plantea una pregunta central: si había liquidez y margen fiscal, ¿por qué emitir sin cartera priorizada y cronograma de ejecución?
Antes de la emisión, el Gobierno tenía cerca de GTQ 23 000M en el BANGUAT. Después de pagos clave, el saldo llegó a GTQ 30 000M, el más alto en cinco años.
La meta de recaudación está 2 % arriba y el gasto 20 % por debajo, lo que indica que los ingresos superan lo previsto mientras la ejecución sigue rezagada.
Mario García Lara, director ejecutivo de Fundación 2020, explica que el crecimiento prudente de la deuda no debe exceder el 2 % del PIB anual. Salvo que sea “temporal, transparente y con fines productivos claros”.
Punto de fricción. Con todo, la “preocupación central” no es la deuda per se, sino su destino. El MINFIN menciona “infraestructura vial, educativa y agrícola”, pero no detalla obras concretas. Mucho menos localización, costos y rentabilidad social.
Lee enfatiza la conocida “regla de oro”: no endeudarse para gasto corriente, solo para proyectos productivos de largo plazo. De lo contrario, se transfiere el costo a generaciones futuras “sin dejar activos que lo compensen”.
Sin un pool de proyectos estructurados, los fondos podrían ir a CODEDES y municipalidades. García Lara advierte sobre un historial de opacidad y baja eficiencia.
Desconocer la rentabilidad de las obras y adquirir el compromiso de pagar un 7 % de interés “es irresponsable y refleja una gestión sin planificación técnica sólida”, menciona el representante de CACIF.
Entre líneas. García Lara plantea que gastar de golpe los recursos acumulados —incluyendo la deuda— podría desatar presiones inflacionarias o devaluar el tipo de cambio, dependiendo de cómo reaccione el BANGUAT.
Si el Banco Central retira la liquidez para contener el impacto, las tasas de interés podrían subir, encareciendo el crédito y frenando la actividad económica.
No ejecutar este año significaría endeudarse de manera prematura y pagar intereses innecesarios, sin que el dinero genere beneficios inmediatos.
La ausencia de un cronograma de ejecución y un control riguroso aumenta el riesgo de ineficiencia y desperdicio de recursos.
Ahora qué. Convertir la deuda en un motor de competitividad requiere planificación y reglas claras. Actualmente, Guatemala carece de un marco publicado y operativo de endeudamiento que defina cuándo, cómo y para qué recurrir a financiamiento externo.
García Lara alerta de que dejar grandes montos en caja “es una tentación para el gasto populista e ineficaz”. Esto erosiona la confianza ciudadana y debilita el impacto productivo de la carga.
Lee señala que el país tiene acceso a créditos de bancos de inversión con tasas cercanas al 4 %, pero en esta colocación “nos endeudamos al 7 % sin definir proyectos”.
Su propuesta es que el Gobierno presente, junto con el presupuesto, flujos de caja a 18 meses para justificar cada emisión.