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Gasto público sin brújula


¡Buenos días!
Cada año se aprueba más deuda en Guatemala, más gasto corriente, más burocracia... y menos inversión en lo que de verdad mueve la economía. Esto es: infraestructura, energía, conectividad, productividad.
Parece no haber compás que oriente el desarrollo. La deuda se acumula, las oportunidades se pierden y las inversiones se enfrentan a los obstáculos de siempre.
El debate no es técnico: es de visión. ¿Queremos un Estado que gaste más o uno que funcione mejor? La respuesta define el futuro. Mientras el gasto público crece, la inversión productiva continúa cayendo. En economía, como en la vida, no importa cuánto se gasta, sino cómo.
No se pierda nuestra gráfica sobre las tendencias de inversión extranjera directa en Guatemala.

María José Aresti
Presupuesto 2026: financiar como quien paga el súper con crédito
532 palabras | 2 min de lectura

El Proyecto de Presupuesto 2026 asciende a GTQ 163 783M y plantea un incremento sin precedentes en el gasto público, pero sin una orientación clara hacia la inversión productiva. Entre 2024 y 2026, el gasto crece 41 % mientras la física —obras, infraestructura y equipamiento— cae a mínimos.
Por qué importa. Guatemala destina más recursos al funcionamiento del Estado que a su desarrollo. La inversión pública, que debería impulsar infraestructura y productividad, retrocede a niveles históricamente bajos.
Solo el 18 % del total (GTQ 28 716M), se dirige a inversión. Mientras que la deuda —33 514M— se usa principalmente para sueldos, subsidios y transferencias, no para generar capital productivo.
Jorge Benavides, investigador asociado de FUNDESA, explica que el país invierte cerca del 1 % del PIB en infraestructura. Una sexta parte de lo necesario y cuarta parte del promedio regional.
Esa brecha impide que se mantenga siquiera la infraestructura actual. “Estamos perdiendo los pocos activos sobre los cuales se sostiene la competitividad del país”, señala.
Entre líneas. El modelo prioriza la ejecución política sobre la eficiencia económica. Así, el presupuesto crece en forma, pero no en propósito: distribuye recursos, no desarrollo.
El CIV pierde el 28 % de su asignación, pese a ser clave para competitividad y logística. Por su parte, los CODEDES recibirán más de GTQ 4400M sin planificación técnica.
La administración pública carece de capacidad técnica y opera con procesos obsoletos. “En lugar de ejecutar los planes, el Gobierno paga saldos de proyectos viejos e inicia obras pequeñas impulsadas por convenios locales”, indica Benavides.
Esto se refleja en los 2946 proyectos presupuestados en el Proyecto del Programa de Inversión Física, Transferencias de Capital e Inversión Financiera 2026. La mayoría son de bajo monto y alcance local.
Datos clave. La baja inversión y su mala asignación explican la pérdida de dinamismo económico. Los datos oficiales muestran un deterioro sostenido de la calidad del gasto.
En 1996, la inversión representaba cerca del 30 % del presupuesto. Actualmente, es menos de la mitad. “De cada GTQ 10, antes se invertían cuatro; hoy, apenas dos”, apunta Sigfrido Lee, director de la Unidad Económica de CACIF.
El próximo año, el 49 % de la deuda 2026 financiará funcionamiento, 35 % pago de deuda y solo 16 % inversión, incumpliendo la Ley Orgánica del Presupuesto.
La analogía de Lee ilustra que se usa deuda para financiar consumo; “es como pagar el supermercado del mes con cuotas. Es una deuda que no genera rentabilidad y empobrecerá a las próximas generaciones”.
En conclusión. El gasto público crece sin dirección. Más deuda, menos inversión productiva y menor impacto económico. El país no necesita gastar más, sino todo lo contrario. Eso o ser más eficiente.
Lee plantea volver a la “regla de oro fiscal”: endeudarse solo para inversión duradera. “Cumplir la Ley, rendir cuentas y ser prudentes fiscalmente es suficiente. No necesitamos más leyes, sino cumplir las que existen”.
Benavides alerta que un déficit superior al 3 % del PIB, sin inversión productiva, erosiona la confianza de los inversionistas y la estabilidad macroeconómica.
En suma, Guatemala no enfrenta una crisis de ingresos, sino una crisis de prioridades. Usa la deuda para vivir hoy, en lugar de invertir en el mañana.
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UN MENSAJE DE SYNERGY
Synergy Industrial Park impulsa la nueva era industrial

Conectividad, sostenibilidad y visión definen el nuevo rumbo de la industria en Guatemala. Synergy Industrial Park, de Spectrum, se consolida como un centro clave que impulsa la inversión, la innovación y el crecimiento industrial en la región.
Qué destacar. Synergy Industrial Park eleva el estándar industrial del país con infraestructura moderna y sostenible.
Ubicación estratégica con conexión a puertos y carreteras principales.
Diseñado para atraer inversión y fortalecer la competitividad.
Respaldo de Spectrum, líder en desarrollo integral.
Entre líneas. Alejandro Guillén, gerente de Negocio Industrial de Spectrum, resalta el impacto del parque en la economía regional.
Genera empleo y dinamiza el desarrollo local.
Promueve prácticas sostenibles en operación y construcción.
Ofrece infraestructura lista para la relocalización industrial.
Lo que sigue. Synergy Industrial Park avanza con innovación y visión sostenible.
Impulsa alianzas estratégicas público-privadas.
Potencia el nearshoring y la proyección regional.
Alice Utrera
Nutrir para crecer: la nueva apuesta empresarial
503 palabras | 2 min de lectura

El sector privado guatemalteco ha comprendido que la nutrición temprana es una inversión económica. Empresas destinan recursos a programas alimentarios porque un país con baja desnutrición mejora la productividad, reduce costos laborales y eleva la competitividad global. Un capital humano bien alimentado significa menos ausentismo, mayor rendimiento y retorno financiero tangible. Invertir en ello es asegurar crecimiento sostenible y rentabilidad empresarial a medio y largo plazo.
Por qué importa. La desnutrición crónica infantil impacta directamente en la calidad del capital humano y, por ende, en la capacidad empresarial de un país.
En Guatemala, alrededor del 46.5 % de los niños menores de cinco años la padecen, lo que coloca al país como uno de los más afectados de Latinoamérica por esta lacra.
Este retraso en crecimiento físico y cognitivo tiene consecuencias para la preparación escolar, la salud y, finalmente, la empleabilidad.
Para empresas que compiten en mercados globales, disponer de trabajadores más sanos y eficientes permite reducir tiempos muertos, minimizar rotación y mejorar competitividad en cadenas internacionales.
Lo indispensable. Para los empresarios resulta clave comprender los mecanismos mediante los cuales la depauperación temprana se traduce en beneficios económicos.
El estudio “Effect of a nutrition intervention during early childhood on economic productivity in Guatemalan adults”, publicado en The Lancet, demuestra que los hombres expuestos a suplementos alimenticios en la infancia registraron un aumento promedio de USD 0.67 por hora trabajada, equivalente a un 46 % más de ingreso.
El artículo expone que una nutrición deficiente en los primeros años de vida se asocia con bajo peso al nacer, menor desarrollo físico y cognitivo, menor escolaridad y, en consecuencia, menores ingresos en la edad adulta.
Desde la óptica empresarial, estos hallazgos confirman que una inversión temprana genera retornos medibles en productividad laboral. En concreto: menor rotación, menos días perdidos por enfermedad, mayor productividad por turno y menor necesidad de formación compensativa.
Entre líneas. La apuesta empresarial por la nutrición en Guatemala debe entenderse en un contexto regional más amplio.
Guatemala se encuentra entre los 36 países que concentran el 90 % de las tasas globales de desnutrición crónica.
Las dinámicas migratorias, la inseguridad alimentaria recurrente en Centroamérica y la integración de cadenas productivas regionales vuelven especialmente costoso para la empresa depender de mano de obra poco preparada o con salud deteriorada.
En este escenario, la compañía que participa activamente en programas de salud infantil mejora su posicionamiento ante inversionistas extranjeros, que valoran cadenas de suministro sostenibles y con menor riesgo reputacional.
Lo que sigue. Para que la estrategia tenga éxito completo, las empresas deben pasar de la intención a la acción, generando alianzas, midiendo resultados y comunicando valor.
Deben integrarse en programas existentes o diseñar iniciativas propias que conecten con planes de salud pública.
Es esencial establecer indicadores claros (reducción de rotación, incremento de productividad, menor ausentismo) para evaluar retorno de la inversión.
Es recomendable que los aportes se comuniquen internamente como parte de la cultura empresarial. Asimismo, en el ámbito externo como valor ESG (Environmental, Social and Governance), atractivo para inversionistas y con transparencia.


