Más allá del kilómetro cero

¡Buenos días!

Guatemala no puede seguir creciendo solo desde la capital. El área metropolitana está al límite: congestión, costo del suelo y saturación de servicios frenan su competitividad. Es necesario mirar hacia el interior. Departamentos donde la mano de obra, tierra y potencial logístico están por aprovecharse.

Hay que crear polos de desarrollo, ecosistemas industriales y cadenas productivas generadoras de empleo y conectividad para las regiones. En la apuesta por una industrialización más equilibrada, es determinante atraer inversión, identificar ventajas y articular a los actores públicos y privados pertinentes.

Conviene contar con múltiples centros de desarrollo, más competitivos y sostenibles. El futuro industrial del país se juega, precisamente, en su interior.

No se pierda nuestra gráfica sobre los “Ninis” en Latinoamérica y el Caribe. Una cuestión que frena el desarrollo y, como muestra la CEPAL, afecta de manera especial a Guatemala.

 
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María José Aresti
Industrializar el interior, más allá de fábricas
495 palabras | 1 min de lectura

La expansión urbana, presión sobre servicios básicos y necesidad de nuevos polos de empleo empujan una industrialización que no solo depende de fábricas, sino de coordinación territorial y visión de largo plazo. Guatemala enfrenta el reto de impulsar ecosistemas productivos fuera del área metropolitana.

Por qué importa. El área metropolitana alcanzó su punto de saturación. Faltan suelo, energía y agua; sobra congestión. Las ciudades intermedias emergen como nuevas zonas de oportunidad, impulsadas por la expansión del consumo y la necesidad de desconcentrar el desarrollo.

  • “Ya no hace sentido que algunas industrias se concentren únicamente en la ciudad de Guatemala”, explica Wendy Mena, Gerente de Estrategia y Promoción de Inversión de Invest Guatemala.

  • Escuintla, Quetzaltenango, Retalhuleu y Petén ya atraen inversión, mano de obra y consumo.

  • La lógica es clara: estar cerca del cliente, de materias primas y rutas de exportación.

Entre líneas. Industrializar el interior exige coordinación institucional con un modelo de triple hélice —Estado, academia y sector privado—. Sin ese tejido, las fábricas solo se mudan, pero no transforman.

  • “El éxito de la formación de clústeres tiene que ver con la comunicación entre esos tres actores”, indica Mena. Definen la base para crear talento, infraestructura y confianza.

  • Esa coordinación debe incluir también a los gobiernos locales, responsables de licencias, ordenamiento territorial e incentivos municipales.

  • Las municipalidades juegan un rol de facilitador. “Pueden decir qué tipo de industrias quieren atraer hacia su región”, agrega. Industrializar solo será sostenible si las comunidades encuentran en ella educación, empleo y servicios.

Qué destacar. Escuintla ilustra cómo un modelo industrial puede anclar empleo, infraestructura y desarrollo social. No se trata de suelo industrial, sino de una plataforma logística con impacto económico y territorial que conecta el corazón con la periferia.

  • Synergy Industrial Park combina conectividad, servicios energéticos y diseño urbano con estándares internacionales que lo posicionan como el parque más avanzado.

  • “Tenemos una conectividad espectacular con las autopistas más relevantes del país”, afirma Alejandro Guillén, Gerente de Negocio Industrial Spectrum, sobre su acceso directo a las rutas CA-9, CA-1 y CA-2.

  • Desde sus naves operan empresas de alimentos y bebidas, textiles y electrónicos. Con ellas generan más de 1600 empleos directos y consolidan el departamento como nuevo eje industrial del sur.

Lo que sigue. La industrialización debe orientarse a una economía exportadora, conectada y descentralizada. Mena advierte que debe haber una continuidad superior a los cuatro años de la alternancia de partidos políticos.

  • La nación aspira a que las exportaciones representen hasta el 40 % del PIB, impulsadas por inversiones con vocación global y alto impacto en empleo y tributación.

  • A ello se suman las ventajas que se deben realzar: “La estabilidad macroeconómica, el bono demográfico y el tipo de cambio estable dan tranquilidad a los inversionistas”, asegura Guillén.

  • Juan Esteban Sánchez, director ejecutivo de Invest Guatemala, concluye que “la estrategia de atracción de inversión debe estar asociada a las municipalidades y regiones”. Describe así un futuro en el que cada territorio impulse su propia vocación productiva.

 
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Marcos Jacobo Suárez Sipmann
Porcentaje de “Ninis” en los países de LAC

La nueva gráfica de CEPAL (2025) sobre los “Ninis” revela una de las mayores deudas sociales y económicas de Latinoamérica y el Caribe. Este grupo – jóvenes entre 15 y 24 años fuera del sistema productivo y educativo – está atrapado entre precariedad y falta de oportunidades.

El dato muestra un aspecto más profundo: la mayoría son mujeres. Y oculta, además, una realidad injusta. Muchas se excluyen de la categoría porque trabajan en casa, cuidan hijos y sostienen familias sin recibir ingreso ni reconocimiento económico.

 

El caso de Guatemala es, según la CEPAL, el más grave. La exclusión viene provocada por una combinación de baja escolaridad, informalidad crónica y falta de políticas sostenidas. Un drama social en un país donde más de la mitad de la población es menor de 30 años. El futuro de la nación pasa por integrar a su juventud en la educación y el empleo.

 
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El economista, divulgador y profesor Ricardo Martín del Magro publicó en 2024 un título que parece una broma siendo, en realidad, una declaración de intenciones. Su propósito: devolver humanidad a una disciplina considerada árida, mostrar que tras cada teoría hay un personaje tan extravagante como lúcido, tan humano como los errores que cometió.

No busca enseñar economía “fácil”, sino contar su historia con ritmo y sentido del humor. Hay capítulos que parecen sketches de Monty Python: economistas que se odian con elegancia, teorías que nacen de caprichos, modelos que se hunden por una mala metáfora. Y entre risa y risa, el lector acaba aprendiendo más sobre la evolución del pensamiento económico que en muchos manuales “serios”. Lo académico se convierte en narrativo, lo técnico en anecdótico y lo aburrido en inesperadamente adictivo.

El autor usa la ironía para desnudar los dogmas. Plantea una idea de fondo: la economía no es una ciencia fría, sino una narración colectiva sobre cómo nos entendemos —o no— las personas cuando se trata de dinero, poder y escasez.

Martín del Magro no escribe para especialistas, sino para curiosos. Su mayor virtud es la claridad. No simplifica: traduce. Hace lo que pocos logran en un terreno minado de tecnicismos, siglas y fórmulas. Y lo hace con una voz propia, que recuerda más a un contador de historias que a un conferencista. Disfruta enseñando, le fascina la historia detrás de cada idea, el drama intelectual detrás de cada ecuación.

Eso no estaba en mi libro de Historia de la Economía reivindica que la economía puede ser divertida sin perder rigor, tener alma sin dejar de ser ciencia. Una mirada panorámica que explica por qué pensamos como pensamos. Desde los mercantilistas hasta los keynesianos, desde Smith hasta Friedman, desfilan personajes que dejan de ser bustos en bronce para volverse cómplices de una historia de genialidades, manías y accidentes.

Entender la economía es también comprender nuestras obsesiones, miedos y esperanzas. El lector aprende sin sentir que estudia, y ríe mientras vislumbra cómo el mundo acabó siendo como es.

 
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