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Regulación y castigo


¡Buenos días!
En su informe de la semana pasada, el Banco Interamericano de Desarrollo sostiene que abrir mercados, reducir concentración y fortalecer reglas podría elevar el PIB per cápita y dinamizar las empresas de Latinoamérica y el Caribe. El diagnóstico es conocido y, en varios puntos, acertado. Si estos no se siguen, se encarecen costos, se frena la innovación y se castiga al consumidor.
La receta del BID tiene un ingrediente que causa inquietud en el empresariado: el robustecimiento de las agencias de competencia. Cuando estas carecen de independencia real, límites claros y control jurídico efectivo, puede suceder que la política de competencia deje de ser técnica y se vuelva discrecional y punitiva.
El informe aporta propuestas útiles: mejor infraestructura, menos trámites, digitalización. No obstante, subestima el costo de instituciones politizadas para la inversión y la toma de decisiones empresariales. Seguridad jurídica y reglas simples son piezas básicas. Competencia, sí; arbitrariedad, no.

Marcos Jacobo Suárez Sipmann
Receta del BID: sincera, aunque imprecisa
468 palabras | 1 min de lectura

El Banco Interamericano de Desarrollo ha publicado su informe “Markets for Development: Improving Lives through Competition”. Sostiene que, si Latinoamérica y el Caribe alcanzara niveles de competencia semejantes a los de los países avanzados, el PIB per cápita regional podría crecer hasta un 11 % y la desigualdad caer 6 %.
Qué destacar. Diagnostica que la alta concentración de mercados, las barreras regulatorias, las fricciones logísticas y la débil aplicación de normas de competencia frenan la productividad y la formalización empresarial.
Argumenta que reducir poder de mercado tiene efectos sobre precios, empleo formal, inversión en innovación y recaudación fiscal.
Recomienda vigorizar agencias de competencia, digitalizar trámites, abrir compras públicas y priorizar inversiones logísticas.
Enfatiza la dinámica empresarial. Considera escaso el número de empresas medianas que impulsen productividad. Señala la necesidad de políticas que faciliten el escalamiento de PYMES.
Lo indispensable. El informe describe el problema de la captura regulatoria y eventual resistencia de los responsables. Sin embargo, tiende a presentar las reformas como técnicas más que como cambios políticos complejos.
Invertir en puertos, carreteras y digitalización requiere recursos y priorización fiscal. Dedica poco espacio a explicar fuentes de financiamiento públicas/privadas y modelos de cofinanciación regional.
Muchas propuestas son válidas, pero su eficacia depende del diseño institucional local. El territorio de LAC es heterogéneo y se echan en falta guías más específicas para sectores estratégicos y subregiones.
Bien aplicado, el documento puede transformar fricciones que hoy encarecen costos y bloquean oportunidades.
Punto de fricción. El BID insiste en afianzar las agencias de competencia como pilar para mejorar la productividad empresarial. Con todo, el documento minimiza una realidad: en la región, muchas de ellas no son ni técnicas ni independientes: son políticas.
Con frecuencia operan con mandatos difusos y fuerte exposición al ciclo político, ocasionando discrecionalidad regulatoria. Resultado: inseguridad jurídica, investigaciones selectivas, sanciones impredecibles y relación tensa con la inversión privada.
La experiencia regional muestra que estas agencias tienden a concentrarse más en castigar tamaño, rentabilidad o liderazgo de mercado que en perseguir prácticas realmente anticompetitivas. El mensaje implícito es peligroso: crecer puede convertirse en un pasivo regulatorio.
Se asume que más poder y recursos para estas agencias se traducirá automáticamente en mejores mercados. Una ecuación incompleta. Sin límites claros a la discrecionalidad y controles judiciales eficaces, fortalecerlas puede aumentar la incertidumbre regulatoria, no reducirla.
Ahora qué. Condición previa para reforzar agencias es la de robustecer el Estado de derecho. Sin eso, la receta corre el riesgo de convertirse en un obstáculo más para invertir, crecer y competir.
La competitividad se construye con reglas simples, previsibles y parejas para todos.
Para gobiernos, la clave será traducir recomendaciones en proyectos financiables, con hoja de ruta, incentivos para la apertura y estrategias viables.
Las empresas han de reducir dependencias regulatorias. Profesionalizar la gestión y documentar decisiones. Invertir en cumplimiento, eficiencia y trazabilidad.
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La agroindustria regional atraviesa una etapa de ajuste estructural. A la presión por costos, se suma la necesidad de escalar operaciones, diversificar geografías y responder a estándares energéticos y tecnológicos cada vez más exigentes, especialmente en mercados internacionales. En este contexto, varias compañías del sector han optado por reorganizar su modelo productivo y acelerar inversiones de largo plazo.
Ese proceso se refleja en el Informe 2024–2025 presentado por Magdalena, documento que sistematiza los principales movimientos realizados durante el último ciclo, en un entorno de creciente competencia.
Uno de los cambios más relevantes fue la ampliación de operaciones fuera de Guatemala mediante la adquisición del 80 % del Ingenio Caña Brava, ubicado en Piura, Perú. Este tipo de operaciones responde a una tendencia en el área: la búsqueda de escala productiva y diversificación geográfica como mecanismos para reducir riesgos climáticos, logísticos y de mercado. En particular, en la agroindustria azucarera y sus derivados.
La transformación del sector también pasa por el componente energético. El incremento de los costos eléctricos y las exigencias de los mercados han impulsado inversiones en generación propia. En ese marco, durante el periodo se puso en operación la primera fase del Parque Solar Magdalena I, con 66 MWp de capacidad instalada y una producción estimada de 142 000 MWh anuales. La segunda se encuentra en construcción y su entrada en operación está prevista para el primer trimestre de 2026.
Además de la energía, la modernización industrial se ha convertido en un factor clave para sostener la productividad. Durante el ciclo evaluado se inició la expansión de una nueva unidad en el occidente del país, orientada a integrar tecnología, eficiencia operativa y desarrollo territorial. Una combinación cada vez más frecuente en proyectos industriales de gran escala.
La innovación científica aparece como otro eje estructural del periodo. El informe da cuenta de avances en investigación aplicada en ámbitos como biomoléculas, enzimas y proteínas alternativas. Líneas que están ganando relevancia a nivel global por su potencial en salud humana, animal y aplicaciones ambientales. Estas iniciativas se desarrollan en colaboración con universidades nacionales e internacionales, un esquema que busca acelerar resultados y reducir brechas tecnológicas.
El documento incorpora, asimismo, información sobre el empleo y la formación del talento. Un aspecto central de este sector intensivo en mano de obra. Actualmente, más de 13 900 personas forman parte de las operaciones, con programas enfocados en capacitación técnica, salud y seguridad laboral.
Durante la presentación del informe, Jorge Leal, CEO de Magdalena, señaló que la próxima estrategia 2030 planteará la expansión internacional y el fortalecimiento de capacidades científicas e industriales. En línea con los cambios que enfrenta la agroindustria regional, constituirán los ejes de largo plazo.
En conjunto, los datos del periodo permiten observar cómo el rubro avanza hacia modelos más diversificados, con mayor integración energética, científica e industrial. Todo ello en respuesta a un entorno productivo cada vez más exigente y competitivo.


Por: María José Aresti
Entre hornos, silos y una operación que hoy emplea a más de 500 personas de forma directa, Andrés Bolaños Amerling, director país de Progreso en Costa Rica, reflexiona sobre lo que implica liderar una empresa regional que realizó una inversión superior a los USD 300M. Es la primera vez que un costarricense está al frente de la compañía en su país.
En esta conversación con República, desde la planta ubicada en Colorado de Abangares, Guanacaste, Costa Rica, el directivo aborda la integración de Progreso al tejido productivo. Asimismo, expone la visión de largo plazo, el reto de la infraestructura como un tema país y el debate técnico sobre el uso del concreto en obra pública.
¿Cómo asume ser el primer costarricense en dirigir Progreso en su nación?
—Luego de 20 años en la industria, asumir como el primer costarricense en liderar la compañía ha sido una responsabilidad muy valiosa y estimulante. La llegada de Cementos Progreso es un proceso que concebimos como un desarrollo mucho más cercano, porque estamos construyendo nuestra propia casa.
No somos una empresa extranjera operando fuera, sino actores locales construyendo, junto a otros, el lugar donde queremos vivir. Así lo sentimos: con cercanía, arraigo y convicción de que lo que hacemos genera valor, desarrollo y empleo para nuestra gente.
¿Cuándo sintió que la operación pasó al tejido productivo local?
—Costa Rica es autosuficiente en cemento, y eso nos coloca como una parte relevante de su motor de desarrollo. Generar 540 empleos directos es motivo de orgullo, fundamentalmente porque se trata de trabajo formal, de calidad y con un enfoque permanente en el desarrollo de capacidades.
Hablamos de mano de obra técnica especializada, que se forma y evoluciona. Por eso trascendemos el producto: nos concebimos como un catalizador del tejido industrial, comercial y productivo. Eso representa un logro importante para nosotros.
Luego de tres años, ¿cómo perciben la integración de la empresa?
—En Progreso tenemos claro que no estamos aquí por el mes ni para el trimestre. Pensamos en generaciones, y nuestros 125 años lo confirman. Construimos país no para nosotros, sino para los hijos y nietos.
Esa visión de largo plazo transforma el modo de tomar decisiones. No se piensa en dos o tres meses, sino en cómo ser más competitivos y cómo servir mejor a los clientes para que desarrollen sus proyectos.
Al ampliar el horizonte, también cambian las decisiones, y ese ha sido un elemento clave en nuestra manera de operar.
¿Cuál ha sido el aprendizaje al unir el ADN guatemalteco con la forma costarricense?
—Más allá de servir a un mercado de materiales de construcción, uno de los aprendizajes más valiosos ha sido vernos como familia, vecinos y aliados de las comunidades y empresas con las que trabajamos. Ese enfoque es universal y ha sido especialmente significativo para nosotros.
Fortalecer la relación con clientes, proveedores y comunidades cercanas a nuestras operaciones genera satisfacción, porque sentimos que consolidamos una red confiable.
La infraestructura pública es un desafío esencial en Costa Rica, ¿cómo lo abordan?
—Promovemos la infraestructura en concreto porque permite construir bien una sola vez. Al optar por este, los proyectos requieren mucho menos mantenimiento a lo largo del tiempo.
Donde los recursos son limitados, construir bien desde el inicio evita cargas futuras al presupuesto, y ese es uno de los principales argumentos que impulsamos.
Sabemos que las intervenciones de mantenimiento son menos frecuentes. Actualmente, desarrollamos un estudio que compara carreteras de asfalto y de concreto.
Además de los beneficios técnicos, el mencionado material crea mayor derrama económica local. No producimos asfalto y somos importadores netos, mientras que los elementos para carreteras de concreto son locales. A eso se suma una mayor vida útil de la infraestructura.
¿Qué acciones impulsan para que las licitaciones públicas evalúen el concreto como alternativa técnica real?
—Participamos activamente en el Instituto Costarricense de Cemento y Concreto, una entidad técnica con más de 22 años de trayectoria. Nuestro rol es informar y respaldar técnicamente a los tomadores de decisiones.
Buscamos que los concursos públicos y los diseños de infraestructura consideren opciones equivalentes, donde el concreto sea una alternativa válida junto al asfalto. No pedimos asignaciones directas, solo la oportunidad de participar.
Lo explico con una metáfora sencilla de fútbol: no pedimos que metan goles por nosotros, solo que nos permitan entrar a la cancha.
Un comentario final…
—Estamos muy orgullosos de cumplir tres años como Progreso Costa Rica. Hemos construido el proyecto de adentro hacia afuera, con un equipo identificado con el objetivo de edificar un espacio donde todos queremos vivir.
Ese propósito lo compartimos con clientes, proveedores y vecinos, con la convicción de actuar como un ciudadano corporativo responsable.

De acuerdo con el BANGUAT las exportaciones de Guatemala se incrementarán en 2026 y también ajusta al alza proyecciones de crecimiento al 4.1 %, impulsadas por dinamismo industrial y posible acuerdo arancelario.
Según una encuesta del Banco de México, especialistas del sector privado bajan a un 0.39 % su expectativa de crecimiento de México para este año, mientras ajustan marginalmente al alza la de la inflación a un 3.75 %.
Volkswagen cierra una planta de fabricación en Alemania por primera vez desde la fundación de la empresa hace 88 años.
