Repensar el plástico

¡Buenos días!

El plástico es liviano, resistente, versátil y económico. Existen diversos tipos como el polietileno (PE), polipropileno (PP), policloruro de vinilo (PVC) o el tereftalato de polietileno (PET). Sin embargo, su durabilidad plantea desafíos ambientales.

Han surgido alternativas como los bioplásticos y los biodegradables. Pero estas opciones no están exentas de controversia, ya que su producción y degradación también pueden producir impactos.

El futuro del sector puede depender de una transición hacia la economía circular, rediseño de productos y responsabilidad del productor.

Innovación y conciencia ciudadana se perfilan como vías para un uso más sostenible. Conviene resaltar que este puede ser rentable sin intervención estatal. Libertad y responsabilidad no están reñidas.

Gracias por leernos. 

 
Comparta este contenido:
Compartir en FacebookCompartir en LinkedInCompartir en WhatsApp
 

Punto HTML con Texto Alineado

Alicia Utrera
Plásticos: rediseñar para competir
582 palabras | 2 min de lectura

Los bioplásticos y polímeros reciclables representan tanto un reto técnico como una oportunidad económica para la industria. La transición hacia materiales sostenibles plantea desafíos productivos y tecnológicos. Asimismo, abre rutas de innovación que pueden aumentar la competitividad, cumplir con disposiciones ambientales y conquistar nuevos mercados.

Por qué importa. La industria plástica enfrenta una disyuntiva: adaptarse a los nuevos modelos de sostenibilidad o quedar rezagada en contextos cada vez más exigentes. Aunque los polímeros sintéticos siguen dominando por eficiencia y costo, los bioplásticos y materiales reciclables emergen como alternativas viables.

  • Según Luis Núñez, investigador del Centro de Procesos Industriales de la Universidad del Valle de Guatemala, menos del 2 % de los más de 8300M de toneladas de plásticos producidos han sido reciclados con éxito.

  • Políticas globales contra los plásticos de un solo uso llevan a los fabricantes a reformular procesos y productos.

  • “Si no pensamos en el destino del material desde su diseño, fallamos desde el origen”, advierte Gamaliel Zambrano, director del mencionado centro.

Lo indispensable. Comprender cómo se producen, clasifican y reutilizan los polímeros es esencial para diseñar estrategias de innovación rentable. El sector no solo requiere eficiencia técnica, sino visión de ciclo de vida y disposición final.

  • Los polímeros se sintetizan a partir de monómeros derivados del petróleo en reactores industriales. El método es hacerlo mediante procesos de extrusión, soplado o moldeado (técnicas para darle forma al plástico).

  • Su reciclabilidad depende de su estructura y composición: los aditivos, tintes y mezclas reducen la reutilización mecánica y complican el reciclaje químico.

  • Núñez señala que algunos materiales, como el PET, pueden regenerarse químicamente casi de forma infinita. La mezcla de compuestos, en cambio, limita la reutilización práctica.

Datos clave. Los costos y proyecciones del mercado evidencian tanto el potencial como los límites de los biopolímeros. Aunque la inversión en nuevas tecnologías crece, la competitividad aún depende de economías de escala y eficiencia operativa.

  • El mercado global de plásticos alcanzó los USD 716 000M en 2022, y se proyecta que superará los USD 1.2B para 2032.

  • Un biopolímero puede costar entre 5 y 10 veces más que su equivalente sintético, según Núñez.

  • “En muchos casos se requieren más kilos de biopolímero para igualar la resistencia de uno sintético”, explica Zambrano, lo que encarece su adopción en masa.

Punto de fricción.  El debate no está en la existencia de soluciones, sino en la viabilidad real para las industrias latinoamericanas. Desconocimiento técnico, infraestructura limitada y falta de normativas claras frenan el aprovechamiento pleno de estas tecnologías.

  • Guatemala cuenta con instalaciones para reciclar PET, HDPE y PP, pero carece de capacidades para gasificación, pirólisis o reciclaje químico avanzado.

  • Zambrano alerta que el problema no es el material, sino el mal manejo postconsumo. Hace referencia a bolsas biodegradables que no se degradan por falta de compostaje industrial.

  • La sustitución sin planificación técnica produce más residuos. El ciclo de los bioplásticos es más largo y requiere condiciones especiales para biodegradarse.

Lo que sigue. El futuro del sector dependerá de su capacidad de reconvertirse a través de ciencia aplicada, regulación consensuada y educación del consumidor. La innovación debe ir acompañada de cambios estructurales en el sistema productivo.

  • Núñez considera clave impulsar normativas no solo para el uso, también para la entrada de materiales compatibles con procesos locales.

  • La investigación avanza hacia polímeros terapéuticos, bioplásticos compostables y catalizadores no tóxicos para producción limpia.

  • “Los plásticos del futuro deben diseñarse con propósito específico y disposición planificada”, concluye Zambrano. Es así como la industria podrá mantener su relevancia económica sin sacrificar sostenibilidad.

 
Comparta este contenido:
Compartir en FacebookCompartir en LinkedInCompartir en WhatsApp
 

En un contexto marcado por la urgencia de acelerar el desarrollo, Ana María Ibáñez, vicepresidenta del BID, lanza una advertencia clara: si Latinoamérica no logra incrementar su productividad, el crecimiento económico se estancará en las próximas décadas. Y con él, se frenarán las oportunidades para millones de personas.

Durante años, la región ha crecido gracias al aumento de su fuerza laboral y a la acumulación de capital. Pero esa fórmula está perdiendo fuerza. El envejecimiento poblacional avanza, y los países no han logrado transformar su estructura económica para mantenerse sobre bases más sólidas.

Los países de la región deben aprovechar su ventaja: población joven. “El crecimiento será menor una vez que se acabe el bono demográfico”, enfatiza. De lo contrario, perderán la posibilidad de sentar las bases para un crecimiento sostenido y competitivo.

No se trata de recetar fórmulas mágicas, sino de facilitar condiciones para que el sector privado despliegue su potencial. “Juegan un rol fundamental para el crecimiento que requiere la región”, afirma Ibáñez.

Guatemala es un caso emblemático dentro de este diagnóstico. Si bien ha logrado aumentar el volumen de IED en los últimos años, su peso relativo en la economía sigue rezagado frente a países como Panamá, Costa Rica o Chile.

Las condiciones macroeconómicas estables son una ventaja, pero aún hay tareas pendientes para atraer más capital: mejorar la infraestructura, simplificar trámites, cerrar brechas de información y profesionalizar las agencias de promoción de inversión.

“Hay espacio para atraer más inversiones”, apunta al destacar que el país solo capta alrededor del 2 % del PIB en IED, frente al 5 % o más que reciben otras economías de la región.

Otro obstáculo que limita el despegue económico es la alta informalidad. Las regulaciones complejas y costosas desalientan la formalización, sobre todo PYMES. Para revertir esta situación se necesitan reformas que hagan más simple y atractivo el cumplimiento normativo. Formalizar debe dejar de percibirse como una carga y empezar a verse como una oportunidad de crecimiento real.

Su gran preocupación es que la región desperdicie su potencial. Su esperanza está en el talento de sus ciudadanos. “Tenemos una riqueza natural impresionante y producimos un tercio de los alimentos del mundo. Lo que falta es decisión para transformar ese potencial en bienestar real”, puntualiza.

Puede leer la entrevista completa en este enlace. 

 
Comparta este contenido:
Compartir en FacebookCompartir en LinkedInCompartir en WhatsApp
 

Punto HTML con Texto Alineado

María José Aresti
Sostenibilidad para competir, resistir y ganar
428 palabras | 1 mins de lectura

En medio de una región marcada por volatilidad política, regulatoria y geopolítica, la sostenibilidad se convierte en un escudo estratégico. Durante el Foro Iberoamericano de Sostenibilidad 2025, líderes empresariales enfatizaron la necesidad de la gobernanza como instrumento de resiliencia, coherencia y ventaja competitiva real.

Qué destacar. La sostenibilidad ya no es una meta reputacional, sino un baluarte. Las compañías que integran la gobernanza responsable como parte estructural de su planificación están mejor preparadas para enfrentar la incertidumbre.

  • “Un cambio en tasas o normas nos cambia el negocio”, advirtió Mario Naranjo, gerente general de EEGSA y vocal de CentraRSE, al referirse a decisiones internacionales que obligan a reacciones inmediatas.

  • Frente a estas sacudidas, contar con políticas de sostenibilidad permite actuar con rapidez y propósito, en lugar de improvisar.

  • Estas prácticas ya no son solo para comités de ética: son infraestructura para resistir contextos complejos sin perder el rumbo estratégico.

Lo indispensable. La verdadera ventaja hoy no está en el tamaño o sector, sino en la capacidad de adaptarse sin perder identidad. La sostenibilidad ofrece ese marco, siempre que esté alineado con el propósito empresarial y no sea solo cosmética.

  • “Sin coherencia entre lo que pensamos, decimos y actuamos, perdemos credibilidad”, señaló Naranjo al destacar la importancia de unir discurso y acción.

  • Empresas con políticas claras de gobierno corporativo pueden anticipar escenarios y continuar sus operaciones aún en crisis.

  • La sostenibilidad no es marketing: es cultura organizacional con capacidad de absorber shocks externos sin comprometer la integridad del negocio.

Entre líneas. También es una herramienta de competitividad internacional. Las empresas guatemaltecas con vocación exportadora entienden que cumplir con estándares ASG sólidos ya no es una opción, sino un requisito para competir.

  • “Hacer empresa responsable es construir país”, afirmó Enrique Crespo, presidente del Foro y CEO de CMI Capital.

  • Ya no se compite solo por mercado, se compite también por legitimidad frente a grupos de interés.

  • La sostenibilidad no es un eslogan: implica decisiones que generan valor para colaboradores, clientes, comunidades y accionistas al mismo tiempo.

Lo que sigue. El empresariado guatemalteco tiene dos caminos: apostar por la sostenibilidad como modelo de competitividad o resignarse a la obsolescencia. El reto es no quedar en desventaja frente a sus pares regionales e internacionales.

  • “Las empresas que no lo integren probablemente dejarán de existir”, advirtió Crespo sobre no adoptar la sostenibilidad como estrategia.

  • El entorno económico, político y normativo exige resiliencia activa. Anticiparse a los cambios ya no es un diferencial, es una obligación.

  • La sostenibilidad, bien entendida, no es una moda. Es una convicción empresarial que define el futuro mismo del negocio. 

 
Comparta este contenido:
Compartir en FacebookCompartir en LinkedInCompartir en WhatsApp
 

¿Qué le pareció el boletín de hoy?

Iniciar Sesión o Suscríbete para participar en las encuestas.